#BordeandoRD: Día 4. Un poco de la costa noroeste.

Despertar en Montecristi, salir a caminar por las playas, encontrar caracoles de diferentes formas y colores, es parte de la visita por este hermoso pueblo. Conocer el pequeño museo de las salinas, es una parada muy enriquecedora para toda la familia. Caminar por El Morro, visitar la Isla Cabra, y  disfrutar de las piscinas naturales rodeadas de manglares, son algunas de las cosas que no te debes perder.

Nuestro camino nos llevaría hasta Punta Rucia, para visitar aquel puñito de arena en medio del mar, que se llama Cayo Arena. A los amantes de la vida marina, como nosotros, es el paraíso. Poder nadar con cientos de peces, de todos los colores y formas, es una experiencia inigualable.

Es uno de esos lugares protegidos, en donde casi que podemos dar fe y testimonio de que es así. Es la única manera de garantizar de que perdure en el tiempo. Los niños daban pequeñas migajas de pan a los peces, y lo más interesante es que vienen a comer a nuestras manos. El tour que contratamos, además de llevarnos a Cayo Arena, nos llevarían a un recorrido por los manglares de la zona y a recibir una breve explicación de la importancia de éstos en la reproducción de las especies marinas.

Ya en la tarde, y después de cruzar dos ríos, llegamos al caer la tarde al Museo Arqueológico La Isabela. Para mala suerte nuestra, el museo estaba cerrado. Pero a veces nos encontramos con aquellas personas que marcan la diferencia; ese es el Sr. Roberto Cordero. Que sabiendo que veníamos de lejos, y luego de explicarle que estamos bordeando la República Dominicana, nos dijo: “vengan por aquí, que les daré un pequeño tour por las ruinas de la casa del Almirante, la primera Iglesia del Nuevo Mundo y el Cementerio”. Las ruinas están a orillas del mar, y ya empezaba a atarceder. Ese señor nos transportó con sus historias a aquella época. Nos quedó sólo agradecerle su gesto y vocación de servicio. Nuestra hija mayor se fue ilusionada con haber visitado aquel lugar, por donde primero entró Cristóbal Colón a nuestra isla, y donde se construyó la primera iglesia del nuevo mundo.

Al día no le quedaba mucho tiempo ya. Apenas fue llegar al pequeño hotel en Luperón y prepararnos para cenar en Las Velas Restaurante, en Puerto Blanco Marina, donde atracan decenas de veleros que vienen desde otros países a pasar sus vacaciones.