En un mundo tan grande, y pensar que justo aquí, al suroeste de esta isla caribeña, en la provincia de Barahona, a unos 700 metros sobre el nivel del mar, en un pueblo llamado Los Chupaderos.
Primero lo primero. La travesía de llegar hasta la mina. Poniendo un poco gráfico lo que es el camino, imaginemos por un instante que vamos subiendo por un río seco, lleno de rocas, por aproximadamente unos 30-40 minutos. Velocidad no más de 10 KM/h. Tracción 4x4.
Llegando a la mina, puedes ir viendo algunas casas de madera y de zinc donde vive la comunidad minera que se ha ido estableciendo allí. Para nosotros fue muy impactante una de las viviendas. Se veía una familia que simplemente nos observaba llegar. Por momento sentimos que nos percibían como que éramos de otra galaxia. Una casucha bien humilde, pero posiblemente con una de las vistas más exclusivas del Mar Caribe.
Ya en la mina, un poco desorientados al principio, nos acercamos a uno de los trabajadores, quien con gran amabilidad nos contó un poco sobre la mina, y el proceso de recolección de la famosa piedra del Larimar. Fue sorprendente ver aquel espectáculo. Cientos de hombres trabajando en una labor que demanda de un esfuerzo físico enorme, el riesgo que implica trabajar en la mina, y las condiciones para tal labor. Carretillas, picos y palas, hombres entran y salen de los hoyos, una y otra vez. Donde menos lo piensas, hay hombres trabajando.
Fue impresionante hacer el recorrido por uno de los hoyos y ver con nuestros propios ojos el arduo trabajo para extraer como una piedra bruta el Larimar, la cual es luego procesada por artesanos de la joyería. No creo que olvidemos jamás esta experiencia. Desde ese momento vemos el Larimar con una valor mucho más alto. Para nuestros niños no fue permitido el acceso a ninguno de los hoyos por motivo de seguridad, pero sin duda apreciaron desde afuera desde donde proviene esa piedra semi preciosa azul.
Fuimos testigos de un lugar único en el mundo. Otra historia más para contar. El valor de lo vivido es nuestro, no se pierde, no se devalúa. Nadie te lo puede quitar.