Acampada, mal tiempo y buena cara

Luego de regresar de la última acampada familiar, podemos decir que hasta el momento ésta ha sido muy especial, por llamarla de alguna manera.

Al subir la montaña era evidente la gran cantidad de lluvia en la zona. El acceso era en vehículos todo terreno. Eran las 4 de la tarde de un sábado, cuando ya estábamos listos para armar la Casa de Campaña Coleman SunDome. La lluvia sólo nos permitió armarlas a todo vapor.

Ya llegada la noche, pudimos notar un patrón del clima: lluvia fuerte y brisa por 1 hora, y luego 10 minutos de calma. Eso se repitió toda la noche, e incluso todo el día siguiente. La noche fue muy larga. El sonido de la brisa no nos dejaba dormir. Los pequeños durmieron más que nosotros, pero por momentos se despertaban a mirar por la ventana lo que estaba pasando afuera. Temperatura casi fija en los 15 grados Celsius y poca visibilidad por la neblina.

Nuestras mayores preocupaciones durante esa noche eran dos: que alguna rama de los árboles pudiera caer sobre nosotros, o que tengamos dificultad para descender el camino de las montañas al regresar, debido a la cantidad de lodo y lo resbaloso que estaría.

Podemos decir que nuestras vivencias de esa noche sirvieron para conversar con los niños, y explicarles que en nuestro país y en muchos otros, hay personas que no tienen un hogar donde dormir; o tienen, pero son estructuras muy débiles y se enfrentan a grandes dificultades cuando viven una tormenta o un fenómeno similar. Este preámbulo sirvió para que comprendieran cuan agradecidos debemos ser en todo momento porque tenemos todo lo necesario para vivir, en especial la salud, unión familiar y un hogar seguro para vivir.

Por éste tipo de enseñanzas es que podemos decir que nuestra acampada fue todo un éxito. Es evidente que el clima influye en el paisaje, en el camino, en el estado de ánimo, en las actividades, pero de cada uno depende sacar el mejor partido de la situación.

¡Que sigan las aventuras!